Podríamos decir que no hubo niños en la Guerra, que nunca los hay, porque la infancia desaparece cuando comienza la lucha. En realidad esto no sería justo, si existen los niños, aunque su infancia esté truncada.
En los conflictos bélicos siempre sufren los más débiles, ésto ha sido así en todos los enfrentamientos. Sin embargo, nunca hasta la Primera Guerra Mundial les habíamos visto el rostro con tanta rotundidad.
Los testimonios que conservamos de la Segunda Guerra Mundial muestran como la propaganda bélica se dirigía a los niños, que desfilaban orgullosos con sus uniformes como estos niños alemanes. Saludar, sonreír, ser importante. Tras la guerra y la derrota de Alemania muchos niños alemanes fueron encontrados abandonados en Berlín.
Los niños eran niños, judíos o alemanes sufrieron a su manera un conflicto que no entendían, un odio en el que se les involucró.
Sus caras y sus expresiones explican más el sufrimiento, que las mejores líneas de un poema. Porque todos hemos sido niños, todos hemos sido vulnerables, todos hemos tenido miedo de la oscuridad.
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